Zoltán Böszörményi llegó a Toronto sin profesión ni conocimientos de idiomas, y con sólo 25 dólares en el bolsillo. Tras unos años de universidad dirigía su propia empresa, pero su primer millón de dólares no lo ganó en el extranjero. Volvió a casa y, como él dice, sólo tuvo que agacharse, la oportunidad estaba a sus pies. Hoy vive la vida de lujo de unos pocos elegidos. Un apartamento panorámico en Montecarlo, coches caros y ostentación. Pero no es el lujo lo que le mueve, sino su amor por la literatura húngara, y está muy orgulloso de sus libros de poesía y de su novela recién publicada.